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viernes, 22 de julio de 2011

Éxito en los negocios en Internet- ¡No se detenga!


Al emprender en un negocio en Internet, la gran esperanza es que los esfuerzos sean retribuidos inmediatamente. Lo vemos de acuerdo a la ley de causa y efecto. Ciertos esfuerzos deberían llevar a ciertos resultados.
Grande es la desilusión cuando esto no sucede. El producto no tuvo las ventas esperadas, muy pocas personas asistieron a la videoconferencia y nadie se parece interesar por los servicios ofrecidos.
El problema es nuestra suposición de como las cosas “deberían” suceder. Es todo un asunto de perspectiva. El clásico problema de ver el vaso medio lleno o medio vació. Antes de desechar sus esfuerzos como un fracaso rotundo, pregúntese por qué se imaginó que todo iba a resultar perfectamente de buenas a primeras.
¿Adónde está el genio en la botella?
Muchas personas no enfrentan nuevos desafíos, porque les costará esfuerzo, tiempo y dinero y no tienen la garantía de que va a resultar. Les gustaría ver cual va a ser la rentabilidad sobre la inversión antes de tirarse a la piscina. Quieren tener una garantía de que va a funcionar.
El problema es que no hay garantías en el mundo de los negocios. No existe un genio que va a salir de una botella para prometernos que nuestros esfuerzos se pagarán en forma inmediata.
Entonces las personas se detienen. No siguen adelante si la conferencia no fue tan espectacular como debió haber sido. Se detienen al ver que el lanzamiento del producto no tuvo la acogida esperada.
Obtendrá resultados si no se detiene
Al no obtener los resultados esperados, es mejor dar gracias por lo poco que se pudo vender que lamentarse por todo lo que no ocurrió. Y esta actitud es una decisión interna que cada emprendedor debe tomar por su cuenta. Nadie más lo hará por él. Si logra ver el vaso medio lleno, obtendrá la resiliencia necesaria para no rendirse.
Esta actitud es una decisión interna que cada emprendedor debe tomar por su cuenta. Nadie más lo hará por él.
La ley de causa y efecto sigue en vigencia y sigue garantizando que obtendrá resultados… si no se detiene. A lo mejor va a ser diferente a lo que planificó, pero va a tener resultados.
Muchas veces no se cosechan los frutos de un trabajo en forma inmediata. A veces toma tiempo. Sus esfuerzos, aplicados en forma consistente, van a dar frutos.
La liebre, la tortuga y la rueda volante
Lo que mejor explica éste principio es el concepto de la rueda volante o “Flywheel,” descrita por Collins en su libro “Good to Great.” (Collins, Jim: “Good to Great”. Harper Collins Publishers, USA, 2001. p.164-185.)
La rueda volante es una parte de un motor que transfiere energía mecánica. Collins aplica el mismo principio al mundo de los negocios al usarlo como metáfora para un ciclo de acciones, entre las cuales cada una da poder y velocidad a las siguientes.
La idea central es no buscar un producto o un servicio que marcará el éxito de su negocio, si no aplicar estrategias en forma continua con la certeza de que paulatinamente el conjunto de acciones llevarán al éxito.
Tal como cuenta la fábula de la carrera entre la liebre y la tortuga, el emprendedor “liebre” estará muy ajetreado e inquieto. Constantemente estará buscando nuevas estrategias para encontrar el producto estrella, que por fin le abrirá las puertas al éxito, y cambiará su rumbo después de cada intento fallido.
Es sabido que la liebre perdió la carrera, ya que se cansó de correr tanto para acá y para allá. La tortuga, en cambio, avanzó lentamente, pero en forma segura, siempre en la misma dirección. Y ganó.
El emprendedor “tortuga” elabora un conjunto de estrategias que se aplican en forma constante y que, en conjunto, aceleran el progreso hasta llegar a un punto de quiebre en el cual se comienzan a obtener resultados.
No se rinde cuando no obtiene los resultados esperados.
Así se obtiene el mismo efecto que tiene una rueda volante en el motor de un auto. Al principio se empuja la rueda y apenas se mueve. A medida que se siguen aplicando las mismas acciones, la rueda cobra velocidad y cada vez gira de manera más acelerada, hasta llegar al punto en el cual su inercia la hace moverse casi por sí sola
Visto desde éste punto de vista, un evento poco asistido o un producto de menor éxito, no son fracasos en sí. Pasan a ser piedras de milla de un camino largo al final del cual el emprendedor tiene la certeza de que obtendrá el éxito.
Dicho de otra forma: ¡Un fracaso es solo un fracaso cuando se detiene y deja de empujar!

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